Comenzar diciendo lo revelador y emotivo que me ha resultado el contenido del vídeo , desde un punto de vista personal y, también, desde mi perspectiva como educadora. Revelador, porque nunca me he parado a pensar, si estoy en mi elemento o no, o si alguna vez alguien ha reparado en mí y me ha observado desde ese prisma en la que la madre de Bart Conner miró a su hijo. Tal vez fui yo misma, cambiando de profesión, al descubrir que la docencia me gustaba de verdad. O tal vez me han orientado sin yo darme cuenta. Me parece difícil ese proceso y camino hacia el descubrimiento de tu elemento, a menos de que sea una habilidad muy llamativa. En cualquier caso, a partir de ahora, intentaré mirar a mis hijos y alumnos desde ese punto de vista.
Y también emotivo, por las diferentes historias de profesionales creativos apasionados en su trabajo que no se imaginan haciendo otra cosa. Y que al menos a mí, me ha removido mi interior, y me han entrado ganas de hacer cosas que me encantan, pero que no tengo tiempo de hacer.
Desde luego tenemos una asignatura pendiente con la enseñanza de la creatividad. Como profesora de Primaria, veo esa carencia en nuestra metodología, donde el tiempo y los contenidos nos absorben y nos llevan a ser más metódicos que creativos. Con esto no quiero decir que no se desarrolle la creatividad en nuestras aulas, pero si tuviera que ser algo transversal, tendríamos que dar la vuelta a muchas cosas. El propio sistema tendría que cambiar, para que como dice Ken Ronbinson, “dedicáramos tantas horas a enseñar a desarrollar creatividad como a enseñar a leer”. Si así lográramos que cada alumno encontrara su talento, se esforzará por obtener las herramientas necesarias para desarrollarlo, y acabará teniendo pasión por ello, señores y señoras ( y perdón por la expresión) eso sería la bomba.
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