En mi opinión, todo lo que sentimos, pensamos y hacemos se almacena dentro de nosotros.
Os dejo un
experimento muy interesante que llevo a cabo el neurocientífico español Álvaro
Pascual-Leone, profesor de Neurología en Harvard:
“Las
personas que tocan el piano, a través del tacto de sus dedos en contacto con
las teclas, accionan una parte determinada de su cerebro, que entonces siente y
piensa que lo toca y ello conlleva un entrelazado de sensaciones que puede
originar emoción e incluso un sentimiento.
Mediante un
curioso artilugio de espejos, Leone hizo imaginar a un paciente manco que en
verdad estaba tocando el piano con la mano que no tenía y el resultado fue que
el cerebro actuó de igual forma. La imaginación provocó que quien no tenía
mano, sintiera que estaba tocando las teclas y el cerebro activó las mismas
partes que activa quien de verdad las toca”
De la misma forma, podemos encontrar situaciones similares con nuestros alumnos a diario, y éstas pueden afectar de forma positiva o negativa.
Por ejemplo: si
un niño ve una imagen o una situación que él todavía no es capaz de hacer, por
ejemplo, atarse los cordones de los zapatos, puede imaginarla en su mente, desear
reproducirla e intentar llevarla a cabo. Aunque no consiga atarse los cordones
la primera vez, puede sentir que ya a empezado ese descubrimiento y cada vez
que lo intente puede sentir felicidad y seguridad, ya que está más cerca de
lograrlo.
De la misma
forma, si el niño presencia situaciones violentas, escucha insultos, o frases
desagradables, mientras está intentando aprender, el niño puede sentir miedo,
dolor, frustración. Con el ejemplo anterior, podemos imaginar que mientras el
niño está atándose los cordones alguien le dice… “así no, que mal lo estás haciendo”,
el niño puede abandonar ese aprendizaje porque se imagina que es “tonto” y no
sabe hacerlo, se siente inútil.
Por lo tanto,
lo que vemos, la visión, nutre nuestras ilusiones, nuestra imaginación y como
maestros debemos tenerlo en cuenta y cuidar nuestro lenguaje.
Lo que
pensamos, lo que imaginamos, lo que sentimos, lo que deseamos puede tener un
poder increíble, puede dejar huella fructífera si sabemos aprovecharlo. Por
eso, debemos tener cuidado con lo que sentimos, pensamos, aprendemos, amamos y
vivimos, porque acaba cambiándonos.
<< Al fin
y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos >> Eduardo
Galeano
Un saludo,
Alberca, Fernando
(2013) Nuestra mente maravillosa. Cómo desarrollar nuestras capacidades para
ser felices. (pág 115-116)
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